domingo, 27 de octubre de 2024

EVIL WITHIN

Me preguntaba mi hijo que quién era el Diablo.
Le dije que el mal no es más que una posibilidad, y que está dentro de cada uno de nosotros.
Que el diablo, era la representación del mal que está dentro de toda la humanidad.
No es alguien de "afuera", sino que es alguien de "adentro". 
Que cuando nos amamos a nosotors mismos, también lo estamos amando a él.
Me coligió mi hijo: "entonces, debemos, también, odiarnos a nosotrs mismos?
EeE
En el principio de este cuento, era Namo.
Aunque antes de este cuento hubo muchos Namos, sólo quedó uno. 

Namo no envejecía.
Namo era Bueno, y Namo era Malo.
Lo más triste, es que Namo estaba solo.
Una complicacion de esto era la aburrición.
Namo no podía jugar con nadie, y no había nadie que jugara con él.
Namo no podía compararse con nada, y todas las cosas eran sólo para él.
Esto era realmente aburrido.

Por eso Namo era el más alto, pero también el más bajo.
Namo era el más blanco, pero también el más negro.
Cuando corría, él era el más rápido, pero también el más lento.
Él era el más bueno, pero también era el más malo.
Así que Namo hablaba continuamente consigo mismo, y se contaba historias para no aburrirse.
Pero era inevitable aburrirse.

Como Namo era muuy inteligente, y tenía muucho tiempo, se dedicó a crear un muñeco muuy parecido a él, y le metió una computadora muy complicada en su cabeza, para pudiera moverse y hacer cosas.  Le puso una cara como la de él, le puso cabello como el de él, le hizo una altura como la de él, le hizo piernas y brazos como los de él, y hasta el color de la piel y de los ojos eran como los de él.

Entonces se dijo: hice otro "Namo". Es igualitikco a mí. ¡Y se sintió muy bien!

Claro, que le tenía que meter en la computadora todo lo que debía hacer, y el muñeco hacía lo que Namo quisera. Eso se llama "programar". Pero después de "programar", Namo jugaba a olvidar lo que le había programado, para fingir que el muñeco era realmente otro.

¡Ahora Namo podía hablar con otro y no sólo consigo mismo!. Por eso, al comienzo, le llamó "el Otro".

Namo le enseñó al Otro a hacer la cama, a barrer el piso, a hacer huevos fritos y a cantar musica hermosa, de las que le gustaban a él. (Namo no le enseñó sino que le "programó" esas actividades, pero a él le gustaba pensar que le había enseñado, como cuando uno le enseña a un hermanito pequeñito). 
Y el Otro siempre hacía su cama después de la de Namo, barría el piso después de que Namo se levantaba y preparaba huevos para el desayuno mientras cantaba una de las canciones favoritas de Namo, mientras Namo esperaba recostado en un sofá.

A Namo le gustaba pensar que Otro era feliz, pero el Otro nunca se preguntaba eso, pues ni siquiera conocía el significado de la palabra "felicidad".

Así estuvieron durante un tiempo. 

Sin embargo, después de un tiempo, Namo se aburrió otra vez, porque el otro pensaba igualitico a él, y era muy difícil mantener una conversación.


- El agua bien fría sabe mejor - decía Namo
- Así es- respondía el Otro.

- Quiero bañarme en la playa -decía Namo
- Yo también - respondía el Otro.

- A mí me gusta mucho la carne asada
- A mí también - respondía el Otro.

- "Me gusta jugar al ajedrez" decía Namo
- A mí también - respondía el otro.

- Yo Soy Namo, le dijo Namo
- Yo también -respondió el Otro.

A Namo no le gustó mucho que ambos se llamaran igual, así que le puso al Otro el nombre de "Nemo".

Durante otro lapso (es decir, un espacio de tiempo), Namo se dedicó a imaginar que Nemo era otra persona: le "enseñó" a jugar Ajedrez (en realidad, en la noche anterior Namo le programaba a Nemo las jugadas para que las hiciera al día siguiente); le contaba unas historias y Nemo le contaba otras (realmente, en la noche anterior Namo le programaba historias en el computador de Nemo para que éste se las contara al día siguiente); jugaban retos de esos de completar canciones (en realidad Namo le programaba en la noche anterior las canciones que iban a cantar al día siguiente), y hasta jugaban a construir castillos y edificios con unas piezas gigantes de lego (en realidad... bueno, ustedes ya entendieron).

Pero al cabo de un tiempo, Namo se agotó y se aburrió de programar Nemo. Ya no disfrutaba jugar al ajedrez con él pues siempre adivinaba las mismas jugadas, y era como repetir una película vieja. Tampoco podía disfrutar las historias porque se sabía los finales, y siempre se sentían igual, así que realmente ahora había dos aburridos: Namo y Nemo. Lo que realmente más le molestaba a Namo de Nemo era que Nemo no podía sentir emocion, sólo repetía burdamente las palabras de Namo, por lo que no podía sentir ira, ni tristeza, ni aburrimiento. A veces Namo quería ser como Nemo y no sentir aburrimiento, ni tristeza, ni enojo, porque no sabía qué hacer con esos sentimientos. 

Un día Namo estaba realmente muy aburrido, y cuando uno está muy aburrido, por mucho tiempo, a veces uno se enoja y no sabe porqué. Ocurrió que Namo estuvo aburrido mucho tiempo, y se enojó mucho sin saber porqué.

Entonces llamó a Nemo, y le empezó a preguntar: Nemo, dime porqué estoy enojado. Nemo le respondió diciendo: yo también estoy enojado. Entonces Namo dijo que Nemo era estúpído, ya que no sabía lo que era estar enojado, pues podía ver que Nemo no tenía ninguna expresión en su rostro. Entonces Namo le dijo: Tú no estas enojado. Entonces Nemo respondió: tú tampoco estas enojado. Esto hizo que Namo se enojara aún más, porque era evidente que él sí estaba enojado: tenía el rostro con el cejo fruncido, los ojos se habían puesto de color rojo, sentía que el corazón le latía más aprisa, y tuvo unas ganas terribles de desquitarse con Nemo.

Entonces ocurrió algo horrible: sin pensar mucho en las consecuencias, Namo tomó un bloque de juguete que estaba en el suelo y se lo arrojó a Nemo. Como Nemo no estaba programado para eso, no esquivó el golpe, y perdió el equilibrio con tan mala suerte, que el pobre muñeco cayó y se golpeó la cabeza con un borde de una escalaera que estaba allí.

La ira de Namo se convirtipó en susto. 

a Nemo cayó le salieron chispas de su cabeza, que era su unidad de procesamiento, aunque parecía una cabeza normal. Como era de esperarse, no hubo sangre ni chichón, pues todos sabemos que era un muñeco, pero algunos cables se torcieron y hubo una especie de corto circuito, púes algo de humo salió y olía a cables quemados.

Namo estaba muy arrepentido de haberse enojado y de haber dañado a su muñeco. 

Cuando Namo se tranquilizó, su ira y su miedo se transformaron en pesar y tristeza. Sintió dolor por haber averiado a su muñeco, pues aunque estaba muy aburrido, pensaba, estar solo podría ser mucho peor. "Ahora tendré que arreglarlo, o hacerme otro muñeco", pensó para sí mismo.

Pero al cabo de un rato, para su sorpresa, Nemo se levantó. "Vaya, qué suerte", pensó, "Después de todo, no tendré que empezar de nuevo, sólo haré unas cuantas reparaciones".

"Nemo, siéntate y espera que te arregle" le dijo. Pero Nemo no se sentó. Namo pensó que tenía roto algún circuito del oído o de la obediencia. "Lo arreglaré mejor mañana", se dijo, y un poco ya más tranquilo de su enojo, se fue a dormir, pues ya era tarde.

Al día siguiente, cuando Namo se levantó, notó que Nemo ya se había levantado y había hecho su cama. También notó que no había hecho el desayuno, y que no estaba cantando ninguna música.

Pero más tarde lo que le hizo pensar a Namo que Nemo estaba realmente averiado fue que cuando le pidió que cantara, Nemo empezó a interpretar una horrible melodía que mezclaba desordenadamente diversas partes de las canciones que Namo le había programado. También notó que Nemo caminaba un poco dirferente, y no seguía con perfeccion la forma de caminar de Namo, como antes lo hacía.

Namo le dijo a Nemo: estas averiado, y debo repararte. Voy a dejarte como antes.

Hubo un silencio, y luego Nemo dijo: "No quiero ser como antes".

Namo se sorprendió. Nunca le había enseñado a Nemo a dar esa respuesta. 
Entonces quiso averiguar qué otros "circuitos" estaban dañados, y empezó a decir cosas para ver qué respondía Nemo:

- El agua bien fría sabe mejor- dijo Namo.
- Me parece mejor el agua tibia - respondió Nemo.

- Quiero bañarme en la playa- dijo Namo
- No me gusta bañarme en absoluto - respondió Nemo.

- A mí me gusta mucho la carne asada
- Prefiero las verduras- respondió Nemo.

- Me gusta el Ajedrez- dijo Namo
- Me gusta jugar con la pelota - respondió Nemo

- Yo Soy Namo, le dijo Namo
- Yo No Soy Namo, Soy Nemo -respondió el otro.

Namo se sorprendió. 

Se dio cuenta de que Nemo tenía respuestas que él no había programado. 

Entonces Namo le puso a Nemo una prueba muy grande: le contó un pedazo de historia (de esas que se contaban antes ghasta el cansancio) y le pidió que la completara. 
¡Para su sorpresa, Nemo inventó un final diferente!

Namo se sorprendió aún más. 

Se dio cuenta de que Nemo tenía respuestas que él no había programado. Eran respuestas propias.
¡Probablemente no tenía que programarlo más!. 

Ésto lo animó muchísimo, porque le parecía asombroso, al fín, poder hablar con alguien que fuera realmente "OTRO". 
Muchas ideas y planes se vinieron súbitamente a su mente, cosas que podría hacer con las nuevas capacidades de Nemo, como hacer nuevas canciones, jugar a las carreras en el campo, jugar a esconder y encontrar cosas en la casa, y entre todas, la que más le gustó fue: "ahora tengo con quien jugar de verdad al ajedrez". 

Pero luego tuvo otra idea que no le gustó mucho, y fue "¿Y si me gana en el ajedrez?".

Luego Namo quiso seguir hablando con Nemo como cuando uno conoce a un nuevo amigo. Le preguntaba una y mil cosas. Que cuál era su color favorito, que cómo le parecía la mañana, que cuál juego le parecía más dificil, etcétera etcétera. 

Pero cuando le preguntó que cómo se sentía, tuvo realmente miedo de la respuesta, porque Nemo le contestó:

"Estoy enojado contigo". Y entonces se agachó a recoger el bloque de lego con el que Namo le había golpeado, y la levantó con intención de golpear a Namo, pero éste le gritó: ¡"detente"! 

Nemo se detuvo, pero le preguntó "¿Porqué?"

Namo le dijo que no podía golpearlo, que se lo prohibía. Pero dentro de sí, Namo sabía que ahora no le podía prohibir nada, porque Nemo no tenía la programacion de la obediencia como antes.

Entonces Nemo le dijo: "Cuando tú te enojaste me golpeaste, ahora yo estoy enojado y debo golpearte". 

Namo entonces le dijo "eso está mal, no debes golpearme ni hacerme daño".

Nemo preguntó "¿Por qué está mal?" y Namo quiso decir "porque lo digo Yo", así como hacen algunas veces los papás, pero entendió que Nemo nunca podría ajustarse a esa explicación. Así que le dijo:

"Si me golpeas, no podremos jugar a la pelota". Entonces Nemo bajó el brazo. 

A partir de ahí, Namo tuvo miedo de que Nemo le hiciera algún daño, y pensó para sí mismo que durante la noche, mientras Nemo estuviera dormido, iba a desactivarlo. 
Pero luego recordó que Nemo no dormía, sino que fingía dormir. Y que, además, si lo desactivaba, volvería a quedar sólo y aburrido. Así que decidió no hacerlo.

En lugar de eso, Namo decidió dejar de considerar a Nemo como un muñeco, y a tratarlo como a un amigo, o a un hermanito menor a quien había que enseñarle todo. 

Y cada mañana, Namo dedicaba un rato para enseñarle a Nemo a diferenciar las cosas buenas de las cosas malas. Y le decía que había que ser bueno. 

Al principio se aseguró de enseñarle que todo lo que le hacía daño a Namo era malo, 
así que: tirarle cosas, o golpearlo, o empujarlo, era malo. 
Y que todo lo que le hacía bien a Namo era bueno, es decir: hacerle el desayuno, jugar con él, dejarle ganar algunas partidas de ajedrez, hacer el aseo y un pocotón de cosas más. 
(Resultaba realmente agotador enseñarle tantas cosas, pero eran muy importantes todas ellas).
  
Luego, le enseñó tambien otras cosas que eran buenas para Nemo, como: amarrarse los cordones, hacerse un buen aseo de sus circuitos, engrasar periodicamente (es decir, cada cierto tiempo) algunas partes de su cuerpo, hacer nuevas melodías y obedecer a Namo en todo lo que le dijera (aunque ya no estaba programado para obedecer automáticamente a Namo, Nemo tenía que aprender que era bueno hacerlo de manera voluntaria). 

Así pasaron un buen tiempo, y cada vez Namo iba conociendo más a Nemo, y Nemo iba conociendo más a Namo. (a Namo le parecía que era bueno que Nemo tuviera una super-memoria de computadora, porque aunque a veces a Namo se le olvidara algo, Nemo nunca olvidaba ningun detalle, por mínimo que pareciera). 

Llegó un momento en el que Namo le enseñó a Nemo una "gran verdad": le dijo que él era un muñeco, y que podía ser desconectado. Pero también le enseñó cómo evitar ser desconectado. 

Desde ese momento Namo supo que ya nunca podría apagar a Nemo, y aunque ya no quería hacerlo, en el fondo, Namo siempre sentía un poco de miedo de que Nemo pudiera hacerle algún daño. 

Así que le tocó aprender a vivir con el miedo. Porque convivir con otro siempre implica un riesgo.

Pensó: "El miedo hace mi vida menos aburrida". 

FIN