domingo, 10 de julio de 2011

El Propósito de la Religion II

Quise titular este breve soliloquio "El Propósito de Dios", pero resultaría equivocado, aunque puede representar mejor lo que quiero decir.

Me he puesto a pensar en los motivos por los que vamos a las iglesias, por los que creemos en Dios y le adoramos. En este momento estoy escuchando una hermosa canción religiosa cristiana que dice "no daré mi amor a nadie más que a ti...Jesús... por que sólo tu me puedes sostener". Me parece un buen trato.

Cuando vamos a la iglesia, estamos cerrando un trato con el otro lado. Es una construcción "unilateral" de un puente, confiando en que del otro lado, por fe, Dios también construya su parte del puente y al final nos unamos y hagamos el intercambio comercial: Paz, seguridad, confianza en un buen futuro, felicidad, ausencia de dolor, sanidad, vida, gozo... En un sentido completo de eternidad. A cambio, ofrecemos nuestra fiel adoración y obediencia. Y "Amor".

¿Porqué razón vamos a las iglesias y nos sometemos a rigurosas disciplinas? "No Bailes, No Fumes, NO vayas a fiestas, No vistas de tal modo, No ingieras tales y cuales sustancias o alimentos"... Adquirimos estilos de vida que limitan nuestra libertad de experimentar, de probar, de buscar placer, de conocer más. Pero... ¿Qué nos motiva a hacerlo?

Nos han convencido de que lo hacemos "por amor a Dios/Jesús/**" pero reflexiono que eso no es cierto. Si eres creyente y te congregas haz la siguiente introspección: ¿Qué esperas a cambio de tu adoración de Dios? y yo te digo:

Al menos, esperas que Dios sea victorioso.
Y no sólo esperas que así sea, es que estás seguro de que ES victorioso.

¿Lo puedes ver? Estás invirtiendo en lo seguro. ¡Es una apuesta!.

Y... ¿Si te dijeran que no es seguro que Dios salga ganador?
(ya me estás juzgando como un hereje, verdad? je je).
Por favor, sólo quiero hacer el ejercicio mental: ¿Y si Dios perdiera su poder, trono, omnipotencia, cargo, y fuera reemplazado por otro? ¿Si ya no te pudiera garantizar todas las bondades y beneficios que esperas de El? ¿Le seguirías "amando" o "adorando de todo corazón"?.
Perdóname si me equivoco, pero reflexiona en esto: ¿No sería más probable que todo tu "amor" y fervor se vuelquen a favor del nuevo "dios"? De todos modos, tu adoración a Dios está basada en la ignorancia: !REALMENTE NO SABES QUIÉN ES DIOS! Siempre te has remitido al cargo, al dueño del poder, que realmente no importa quién esté sentado en el trono, a ése vas a adorar.

Todo lo que conocemos de Dios es de oídas. Las experiencias o éxtasis que se experimentan en una religión cualquiera también se experimentan en otra cuyo concepto de Dios es tan diferente que resultan antagonistas. Los milagros parecen provenir de cualquiera sin importar su autoridad moral, y las iglesias parecen más movimientos políticos o centros de poder y negocio que otra cosa. No digo todas, pero es una tendencia innegable.

Sí, tú me replicarás: "el ministerio del engaño es tan poderoso, que podría engañar aún a los escogidos"(Mat 24:24). Pero entonces: ¿Qué hace que te sientas a salvo en tu sistema de creencias?

Escuché una vez esta historia: una vez un hombre se encontraba muriendo de hambre, y encontró una mochila con tres dátiles. Abrió el primero y lo encontró lleno de gusanos, por lo que lo desechó. Abrió el segundo y también lo encontró lleno de gusanos, por lo que la desechó. Entonces se comió el tercero sin abrirlo.

EL PROPOSITO DE LAS RELIGIONES.

Hubo una vez un Rey sabio, justo y recto con su pueblo, a quienes todos profesaban fidelidad. Llegó el tiempo en que su hijo mayor hizo una pacto secreto con algunos de los ministros y Generales del Rey para apoderarse del trono. Todo lo hicieron de prisa y en la noche, y se apoderaron de la habitación real convirtiéndola en prisión. El plan del joven heredero era magnífico: le quitaron el poder al Rey sobre el ejercito para obligarlo a abdicar en favor de su hijo, y el nuevo monarca se apresuró en ofrecer títulos y posesiones a los cortesanos para que reconocieran la nueva monarquía, y amenazar con la muerte segura y la humillación a quien se opusiera o se atreviera a mostrar cualquier actitud diferente a la absoluta sumisión. Pero hubo unos servidores fieles que amaban al REy más que a sí mismos y a pesar de la clara posición dominante del nuevo Rey y a la evidente indefensión del primero, prefirieron declarar públicamente su fidelidad al verdadero Rey, y por ello fueron desposeídos, humillados y ejecutados públicamente.

Pero a los lejanos súbditos del reino, los obreros y la gente del pueblo, quienes nunca habían visto al Rey, sólo les llegó la noticia de que había un nuevo REy: que el hijo había heredado. Y también les llegaron regalos, exenciones de impuestos, perdones de deudas, fiestas y alegrías. Por esto, tomaron el cambio de Rey como una grata noticia.